Mirando al cielo de reojo y con puntualidad inglesa iniciamos la ruta un nutrido grupo de motoabuelas con la esperanza de mojarnos lo menos posible y con la ilusión de volver a pasear en grupo a lomos de las nuestras. La ruta se inició al revés de cómo estaba prevista y fuimos recogiendo participantes a medida de que íbamos pasando por los pueblos, Fuentespina, Fuentelcesped, Milagros, Pardilla y Fuentenebro. Llegamos a la hora prevista pero tuvimos que despertar al Alforjillas que nos hizo de perfecto anfitrión con el humor del que hace gala a pesar de las ojeras.
El museo está dentro de varias bodegas subterráneas que ha rehabilitado y restaurado al detalle y en su recorrido se pueden ver utensilios, herramientas, documentos y fotografías, todo relacionado con el mundo del vino. Para finalizar la visita nos ofreció una degustación de productos de la tierra regada con caldos a porrón y nosotros le entregamos una placa conmemorativa de agradecimiento que prometió poner en un lugar preferente de su Rincón del Pasado.
Con la noticia de que pronto se unirá a nosotros con una moto con sidecar a la que le tiene echado el ojo (y pronto el anzuelo para ver si pica) iniciamos la segunda parte de la ruta. Pasamos por Moradillo, Valtiendas, Valdezate, circunvalación de Roa y La Horra con alguna gota que otra. Allí tuvimos que echar una moto al carro que venía dando problemas y seguimos, Ventosilla, Villalba y Aranda. Aparcamos las motos en Santa María, nos tomamos el vermú en el Central y regresamos a Castrillo.
A la comida en el Ventorro nos juntamos treinta y siete, bien, como nos tiene acostumbrados, unos cuantos entrantes, caldereta de cordero o ternera, postre y café. Y tras una breve sobremesa y unas copichuelas en la barra dimos por finalizada la jornada, emplazándonos para la tarde del 24 de diciembre con el Papa Noel en Motoabuela .
Concluyendo, gran participación de socios y acompañantes, buen ambiente, y todo esto con solo cuatro gotillas de nada.
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