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CASTRILLO-GALVE DE SORBE-CHILOECHES. 23 DE JUNIO DE 2013. LA CRONICA


La crónica de esta salida tiene su miga porque tiene varios frentes: dos puntos de salida, en dos días y tres grupos de participantes.
La primera expedición salió el sábado por la tarde. Seis aguerridos motoabuelas a lomos de cuatro motos y de un recién estrenado carro, ya bautizado como “la churrera”, partieron para recorrer los más de doscientos kilómetros que nos separan de Chiloeches con el fin de acompañar en las horas previas a Luis y Eugenia, nuestros hermanos alcarreños, y protegerles de los peligros de la larga noche previa a la salida teniendo en cuenta que al día siguiente tenían que ejercer de maestros de ceremonias. Por lo que cuentan los que allí estuvieron, anduvieron tranquilos y ejercieron de perfectos anfitriones (me lo creo, que suerte tenemos, que siempre se nos pega la buena gente).
La segunda expedición, algo menos numerosa (bueno, el Colin) salió el domingo cuando todavía no habían puesto las calles, también rumbo a tierras de Guadalajara, para acompañar en el recorrido a los anteriores y plasmar fotográficamente lo que por allí aconteciera, aunque por lo que sé no debe haber demasiado material pues no le daban tiempo ni a sacar la cámara de la funda.
La tercera y última tanda, los formales, salimos el domingo desde Castrillo, no sin antes esperar a poder recoger ese almuerzo tan típico y que tan necesario se hace a mitad de la ruta. Pues bien, los de este grupo comenzamos la ruta como siempre, a nuestro ritmo, y aunque el sol estaba por allí arriba la cazadora no sobró en ningún momento. Una hora más tarde, previo paso por el Pantano de Linares que “está que se sale”, llegamos a Ayllón donde hicimos una parada en la Plaza, almorzamos un poquito y nos dio tiempo para hacer migas con un juglar y una mora con barba encargados de animar las visitas de este bello pueblo, porque es bonito de verdad, y tras las fotos de rigor, emprendimos la marcha. Nada más salir tuvimos el primer percance y perdimos la primera motoabuela por un problema eléctrico, menos mal que Rafa es un hombre de recursos y con la ayuda de una cuerda la remolcamos hasta la cochera de su cuñado a la espera de poder cargarla a la vuelta. Esta circunstancia no pasó desapercibida para Quintana, organizador de la ya desaparecida concentración de Ayllón, que salió en nuestra búsqueda y con el que compartimos una breve charla. Reanudada la marcha por esas carreteras que la provincia de Segovia nos ofrece y nos hace padecer (como se nota que esta provincia no ha dado políticos de peso a nivel nacional) llegamos a Villacadima, donde ya nos esperaba el resto de la expedición.
Villacadima es un pueblo donde habrá media docena de casas habitadas pero atesora una ermita del llamado Románico Rural, una fuente de donde todavía cogen el agua para beber y una iglesia que mantiene el confesionario original (a pesar de los intentos declarados y frustrados de cambiarlo de sitio hace ya muchos años). Mientras unos lo veían todo otra parte del grupo estuvo especulando con los proyectos de incorporación de la tercera rueda para la moto que ya están en marcha o en proyecto. Desde allí pusimos rumbo a Galve de Sorbe donde nos estaba esperando la comida.
Ya en el restaurante y alrededor de unos platos con una buena aceptación (¿ya sabemos de quien eran las migas?) dimos buena cuenta de la “sin hueso”, a pesar de que algunos de los trasnochadores, encendidos animadores en otras ocasiones, estuvieron algo apagados en esta ocasión. Por cierto entre otras cosas hablamos de los que faltan de pagar la cuota de socio, todavía unos cuantos, y de la salida del 21 de julio promovida por un grupo de moteros de Castrillo y a la que no deberíamos faltar, por supuesto.
A la salida de la comida no hubo consenso en las actividades, unos querían verlo todo, otros parte y otros directamente se sentaron en la terraza a la espera del regreso de los más inquietos. Un paseo hasta la ermita y un deseo frustrado de subir al castillo pusieron fin a la visita a Galve. En ese momento despedimos a los promotores de la salida que pusieron rumbo a Chiloeches y los demás que pusimos “rumba” en torno a la churrera en dirección a Ayllón para recoger la moto averiada y rematar la última parte de la jornada.
El viaje de regreso sin contratiempos insalvables, otra vez por la temibles carreteras segovianas, causantes de una breve parada al soltarse la pipa de la bujía de una moto y un pinchazo que se solucionó de forma rápida nuevamente por el chico de los recursos.
En definitiva otra buena jornada, esta vez con unos promotores de lujo a los que no me canso de agradecer su compañía y su buen estar, con unas motos que se portaron como campeonas, y con la puesta de largo de la churrera la cual, a “pesar de los pesares” de su dueña, en el mejor de mis sueños la veo vestida de motoabuela….
 
Para ver las fotos pincha AQUI.
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