Somos un grupo de aficionados a la moto clásica afincados en la Ribera del Duero burgalesa. Por las visitas que recibimos vemos que tenemos seguidores de toda la geografía española e incluso de otras muchas partes del mundo. Con este blog pretendemos informar de noticias relacionadas con la moto clásica y necesitamos de vuestras visitas y de vuestra información para seguir activos. Nos ponemos a vuestra disposición en el e-mail club.motoabuelas@gmail.com.

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CRONICA DE LA RIBERESCUTERADA

Salimos el sábado 29 a las 8,30 de la gasolinera de Castrillo con ocho motos montadas en carros que junto con las tres que ya estaban en Valladolid y dos en marcha hacíamos un total de trece motos y diecisiete personas. Llegamos a Simancas con la puntualidad debida, descargamos las motos y nos dirigimos a la Plaza Mayor a formalizar la inscripción. Una vez realizado el trámite y a pesar de que nos faltaban los tres hermanos, que se habían quedado a la entrada del pueblo por un problema de cables en la moto de Javi, procedimos a hacer el despliegue del almuerzo, ya de obligado cumplimiento, amplio y completo del que dimos cuenta y que no pudimos terminar a pesar de los esfuerzos del resto de participantes.
A las 12 salimos de Simancas con la ausencia inicial de los hermanos Arranz pero que se incorporaron a la marcha una vez echada al coche escoba la moto averiada de Javi que tiene el gafe a pesar de que había cambiado la Guzzi del año pasado por la Vespa. Mucho sol, cereal y una buena organización nos acompañaron hasta Torrelobatón donde hicimos parada técnica para ver el castillo y descansar en la terraza del bar de la plaza. A la salida la vespa-cutre de Perico, que en el primer trayecto estuvo muy brava y se le subió a las barbas a Pablo en el estreno de la suya, decidió que ya para el primer día estaba bien y decidió romper algún cable que otro. La dejamos custodiando unos tractores muy antiguos en una gasolinera abandonada y los que nos habíamos quedado iniciamos el camino hacia Valladolid a toda máquina (es un decir) para retrasar lo menos posible al resto que nos estaba esperando en el Estadio del Pucela para hacer la entrada en la capital de manera agrupada.
A las 14,30 abriendo paso La Policía Municipal y el Servicio Vesperizado de Correos nos dieron un paseo estupendo por las calles principales: Paseo de Zorrilla, Paseo Isabel la Católica, Plaza San Pablo, Plaza de la Universidad, Plaza España, Miguel Iscar y Acera de Recoletos, que a esa hora estaban repletas de gente que por obra y gracia de la crisis paseaban cuando tenían que estar en las tiendas y en los bares. El paseo precioso, ahora bien el final del trayecto mal, nos arrinconaron en un lateral del Campo Grande en el Paseo Filipinos donde lo único bueno es que había sombra, porque por no pasar no pasaba ni gente.
A las 15,30 nos fuimos al restaurante El Barrio en el Camino Viejo de Simancas, donde este año, sorpresaaa, también había macarrones y pollo…. pero con otros seis primeros platos y otros seis segundos. La comida bien y la sobremesa mejor, hicimos buenas migas con Quique-Arancha y Alberto-Sra (no recuerdo su nombre), que a lomos de una vespa y una lambretta, ambas con side, hacían la ruta con nosotros y comentamos esos temas de tres ruedas que tanto nos gustan a algunos (tranquilos todos que si, vendrán a Castrillo). En los premios como siempre. De la mano inocente de Víctor salieron premios para muchos de nosotros. Este año nos vinimos para casa con autenticas obras de arte de reconocido prestigio, debidamente enmarcados y empaquetados.
A las 18,00 horas pusimos rumbo hacia Simancas y siguiendo en nuestra tónica a Isidro se le partió un cable de las velocidades, nos quedamos unos pocos, pensad que para sujetar un cable hacen falta lo menos ocho o diez personas. Se arregló y cuando salimos se salió el otro, lo pusimos y ya sí, regresamos cuando ya los demás estaban empezando los juegos.
Nuestro Club, que es un colectivo culto y ávido de información, a pesar de la solana, fue el único en participar en la visita guiada por la localidad donde nos explicaron detalles de las construcciones, las casas señoriales, la Iglesia y el Palacio.
Una vez terminada la visita regresamos a la Plaza donde al son de una jota cantada(¿?, en fin) por Alberto algunos degustamos un mojito, comentamos alguna moto que otra e hicimos tiempo hasta la cena.
La cena en el Restaurante el Archivo, donde ya nos había abandonado Rafa con obligaciones familiares, se prolongó hasta la 1 de la mañana, hora en la cual la gran mayoría dimos por finalizado el día a pesar de que quedaba el concierto y las copas finales. Solo aguantaron esos tardíos de siempre: los menos mayores, solteros o asimilados y lozanos en general… que harían.

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